El poder de la oración no es el resultado de la persona orando. Por el contrario, el poder reside en el Dios a quién oramos.
Juan 5:14-15 dice: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho».