Abstenerse de ser una piedra de tropiezo significa no llevar a otros al pecado. La forma como podemos lograrlo depende de la situación y de los corazones de aquellos que nos rodean. La seguridad que tenemos en el amor y la provisión de Dios, ahora y eternamente, nos permite mostrar preocupación por aquellos que son más débiles, aquellos que necesitan un estímulo específico para comprender quién es Dios. En algunas situaciones, eso significa vivir en esas libertades para ilustrar que Dios es un Dios de gracia.