La primera cosa que un Cristiano ha de saber es que Dios nunca es quien le dirige hacia el pecado. El Apóstol Santiago claramente condena la actitud que culpa a Dios por las circunstancias tentadoras (Santiago 1:13-15). Dios puede probar a sus hijos, lo cual es un proceso destinado a purificarlos y fortalecerlos, pero jamás les guía hacia el pecado.